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HIPERTENSIÓN ARTERIAL EN MAYORES DE 80 AÑOS

Los constantes avances de la ciencia han determinado que la expectativa de vida en los seres humanos sea cada vez mayor. Trabajamos día a día para lograr que nuestras vidas, además de extensas, sean también de calidad.

El control de la hipertensión arterial es esencial para lograr ese objetivo. Las características y la frecuencia de aparición de esta enfermedad, varían según las diferentes edades de la vida.

En la población mayor de 80 años es muy frecuente (8 de cada 10 personas de esa edad son hipertensos), y tienen formas de presentación completamente distintas a las que se ven en personas más jóvenes, siendo uno de los principales motivos de consulta médica.

A medida que pasan los años, las paredes de nuestras arterias van modificando sus propiedades, desde ser elásticas en la juventud, a más rígidas en la población añosa. También, en este grupo de pacientes, se encuentra modificado el funcionamiento de los órganos que intervienen en la regulación de la presión arterial, como el riñón, el sistema nervioso, el endocrino (productor de hormonas) y el corazón, como así también unas estructuras ubicadas dentro de la pared de ciertas arterias, llamadas baroreceptores, cuya función es “amortiguar” la amplitud de los cambios permanentes de la presión arterial.

Todo esto conduce a que el modo de expresión de la presión arterial en estos pacientes sea muy variable y no haya un solo patrón.

Es un error muy frecuente considerar que la presión debe ser siempre igual. Por el contrario, en condiciones normales, la misma varía en forma permanente de acuerdo a los requerimientos del cuerpo (actividad, emociones, esfuerzos, síntomas, etc.), siendo mucho más variable en quienes tienen los mecanismos que la regulan afectados, como sucede en los mayores de 80 años.

Es muy frecuente ver en estos pacientes valores de presión sistólica ("la máxima") más altos que los considerados normales en el consultorio (140 mmHg) combinados con valores bajos de la presión diastólica (“la mínima”), y esto refleja la rigidez y el envejecimiento de la arteria.

Pacientes muy añosos con enfermedades cardíacas crónicas, pueden presentar una tendencia a valores más bajos de presión arterial que los que se les registraban en edades más jóvenes.

La alteración de esos baroreceptores descriptos previamente (los “amortiguadores de las variaciones de presión”) determina que falle esta función reguladora, y genere variaciones muy amplias de los valores de presión, o sea, que “suba” y que “baje” mucho en muy poco tiempo.

Los controles de presión en el domicilio son muy valiosos, pero siempre es importante que sean realizados con supervisión médica y con dispositivos digitales validados. Los resultados parciales de los mismos no deben generar temor ni conductas como el intento de “bajar la presión” con automedicación ante registros aislados elevados, porque esto podría generar un descenso marcado de la misma generando una situación de riesgo real.

Es aconsejable que ante cualquier duda se consulte con el médico tratante. La decisión de mantener o iniciar un tratamiento para la hipertensión arterial en mayores de 80 años debe ser realizada por un médico especializado y se deben adecuar las decisiones, y el valor de presión que se busque obtener con cada tratamiento, a las características de cada paciente en particular.

Los pacientes añosos son más sensibles que los más jóvenes al exceso de sal en la comida, por lo que es de gran importancia evitar su ingesta. Es importante recordar que la mayor parte de la sal que ingerimos proviene de los alimentos procesados o industrializados, y no del salero.

El mantenimiento de una vida activa, con ejercicios acordes a la edad y el estado general de cada paciente, es esencial para el control de la hipertensión arterial en esta población cada vez más numerosa.

Ante cualquier duda o temor, recuerde siempre conversar con su médico tratante, de modo de consensuar y elegir tratamientos con los que se sienta segura/o, pero que también le resulten útiles en la terapia de su HTA.

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